Saturday 14 August 2021

a quién estoy extrañando concretamente cuando extraño?

Pongo aceite en la sartén, agrego las espinacas y la ricotta, y un leve sentimiento de incomodidad.
El balcón abierto, las últimas luces del viernes sobre el Brenta, el calor que transfiere la celosía de madera, y un pequeño pero vívido movimiento interno.
Roberto apaga la radio, las hermanas cierran las ventanas, el agua sigue fluyendo hacia la fuente, y la presión en la garganta aumenta.
No le falta mucho al revuelto, quiero comerlo, hay un ruido? una cucaracha? y el silencio actúa, denunciando la soledad.
Tengo el plan perfecto para mañana, el minituper lleno de frutos secos y un pronóstico prometedor, y la angustia entra.
 
Extraño, extraño porque extraño.
Empiezo extrañando a la última persona que se fue: Caterina. Me trajo unas plantas de pomodorini y yo pensaba que se quedaba un rato en casa. Pero su escapada ágil después de una conversación de impasse me sorprende. 
Me lleva unos minutos acostumbrarme a que ya se fue. Me duele un poco. Me gustaría estar con ella. Me gustaría estar con Jérém. Quiero felicitar a Mari, ir a la montaña con Tina y unos mates con Franco. 
Me gustaría recibir un mensaje de Nick, tomar una cerveza con Xuan-Nhi, caminar por el bosque con los patagónicos. Extraño a mi último ex-novio, al anterior, y al primero. Quisiera verlos a todos.
 
Extraño Mar del Plata de cuando tenía ocho años y el Río Paraná de 2010. Al dueño del almacén de Ourense y al señor que prepara los spritz en el bar de Povo. Extraño cuando ví por primera vez la catedral de Santiago de Compostela, y todas las estrellas fugaces que conté junto a Diega en los Pirineos. Me gustaría visitar otra vez el Museo Castagnino, el Musée des Confluences y el Deutsches Museum. Extraño las clases de Física los viernes a las 7. Quisiera hacer unos pases en la cancha de hockey de Frankton. Meter un golazo en entrenamiento y llorar porque estoy cansada. Hacer mi primer vuelo en parapente. Probar una vez más el giro de codos en el trapecio y la desenrolada en la tela.

Siento el sabor de la tarta de acelga, y la de queso y pollo de mi mamá. Extraño el pororó del Parque Independencia y el helado de autito de La Montevideana. Los caramelos negros feos. La cerveza del foyer del ENS y la torta de banana de Nieves. Extraño el pan con manteca y azúcar de mi abuelo Oscar y la única vez que mi abuelo Girdo me dejó manejar el camión.
 
Y es así, cuando extraño a alguien, extraño al mundo entero.
Y se termina cuando me voy a dormir, porque se cierran las celosías de madera.

Nuevos encuentros, lugares y vivencias me esperan cada mañana para seguir acumulando razones para extrañar concretamente todo lo que extraño cuando extraño.
 
Foto favorita de Alessandro cuando llega al despegue del Bondone
 
No llueve sobre el Brenta

Casco perdido

Bípedos en un refugio


Nuevo habitante del balcón  


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