algunas
veces, como hoy, quiero gritar muy fuerte con toda la energía de la sangre
pasando por mis venas, vaciar mis pulmones para que salga un sonido que entre
por mis oídos y corte todas las conexiones neuronales y mi mente duerma al fin.
me abruma la presión de -tener que ser- que impone el corazón con cada
nuevo latido.
me miro donde estoy y me digo: un poco más. y me respondo: hasta cuándo?
a dónde querés llegar?
es la demandante tarea diaria de entregarse continuamente sin estar
seguro de la respuesta.
es la autoexigencia persistente de existir, de ser, de
decir soy yo que estoy acá, y no otro o la nada.
entonces pienso por qué?
por qué vivir en este severo torbellino de energía brotando de mi?
porque lo que se recibe es infinito. el cruce con un alma intensa me produce
semejante plenitud que no detendría jamás este desgaste incesante que me
asegura la supervivencia en una realidad insustancial.
hoy estoy cansada y me siento incapaz de sostener tal emblema.
hoy no tengo ganas, hoy me juzgo y me castigo.
cuántas vidas querés vivir? por qué vivir como si fuera la última? la
última ocasión para decir ESTOY VIVA. porque después es ya la muerte, ya no voy
a –tener que ser- ya no habrá nadie que me reclame una palabra, ni nadie que me
entregue su pasión.
—Bueno, un día se me da por ir a uno de esos antros de la cultura, que
ya desde la
puerta te encajan música de Albinoni y en los intervalos los tipos leen
a Marcuse,
cosa de no perder ni un minuto, algo así como si te pasaras la vida comiendo
vitaminas
y respirando oxígeno puro, viste?
ABBADON EL EXTERMINADOR - Sabato
una vez tuve 15 años o 16, leí esto, decidí que mi vida serviría para algo y me dije que no podía tomarme el tiempo de no hacer nada, que tenía que enriquecerme de cada instante. me subí a un tren que me permitió (y aún) vivir experiencias inimaginables, y al mismo tiempo me presiona hacia este "servicio" al que quiero destinarme sin saber todavía cómo hacerlo.
ju
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